La forma en que se tratan
determinadas noticias en los medios de comunicación puede hacer que pasen
prácticamente desapercibidas y no tengan la trascendencia que deberían tener,
que le demos una importancia que no se merecen o que no lleguemos a profundizar
y reflexionar sobre las causas o lo que subyace bajo algunos sucesos y por qué
llegan a producirse.
Aunque quizás también deberíamos
reflexionar si el público oyente o televidente nos limitamos a oír noticias, y
no escucharlas. Quizás debiéramos ser más críticos/as ante lo que se nos pone
frente a los ojos. Quizás no: debiéramos serlo.
Creo que la muerte de Almudena
tendría que hacernos ver las cosas de otra forma: se trata de un nuevo y
reprobable caso de violencia de género, en el que una vez más un hombre ha
malentendido en qué consiste una relación de pareja y que su concepción
machista de la vida y de las relaciones no le permite entender que de la misma
manera que alguien en su día decidió iniciar una relación, tiene igual derecho
de decidir cuándo ésta debe terminar.
En otro momento, a lo mejor
también deberíamos plantearnos dónde debe estar el límite de la protección a
menores y en qué punto pasamos a la sobreprotección, cuestión complicada en la
que será difícil agradar a todas las partes.
Pero este nuevo asesinato nos
muestra una vez más la importancia que tienen los medios de comunicación a la
hora de transmitir valores, de contar historias y de convertirse en agente
socializador. Pero no menos importante la necesidad de seguir trabajando en la
sensibilización y prevención de la violencia de género en todas las edades (y
muy especialmente en aquellas edades en las que aún se están conformando la
personalidad y la forma de entender la vida), para lo que desde luego será
imprescindible el mantenimiento de recursos públicos y privados y la inversión
en esta materia.
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