Por si anoche no tuvimos suficiente con acostarnos con la noticia de que una mujer había sido asesinada junto con su hijo de 11 años por su pareja, esta mañana nos levantamos con otra en la que una chica de 20 años, sí, lo he puesto bien (20 años) ha fallecido a manos de su compañero de 23 años.
Si en el primer caso “esto se veía venir”, tal y como han afirmado sus familiares, en el segundo nos llama poderosamente la atención la edad, tanto de ella como de él. La violencia que se deriva de la desigualdad y se esconde en los afectos no es diferente ni en culturas, ni en etapas de la vida, ni en niveles económicos. ¿Las mujeres jóvenes rechazan estereotipos y roles? ¿Se siguen reproduciendo las relaciones de poder hombre-mujer a pesar de lo que hemos cambiado?
Por estas razones, consideramos imprescindible que se trabaje -aún más y mejor- la sensibilización de la sociedad, pues si las personas cercanas que conocían la situación hubiesen denunciado estos hechos, quizás hubieran logrado cambiarle el final a esta triste historia.
E igual de imprescindible es que desde que somos niñas y niños se nos eduque en el respeto hacia los/as demás, en la igualdad de trato, en la aceptación de la frustración y en el derecho a que todas y todos vivamos en libertad, sin miedos y en paz.
Está claro que aún nos queda mucho por hacer tanto en el ámbito judicial como en el social y el educativo.
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